Hoy una compañera muy maja que me cae fenomenal me ha anunciado su embarazo de 3 meses. Lo cierto es que me he alegrado muchisimo porque ya digo que es una tía estupenda y no me lo esperaba para nada. Me río porque según me lo ha dicho me ha entrado un tembleque y todo de la emocion de la noticia. Si bien me he sentido feliz y tranquila, según ha avanzado la mañana me ha dado un bajón por el que he terminado llorando en el baño... ¿por qué? porque el tema de los embarazos ajenos es algo que todavía no tengo superado por mucho que me encuentre más tranquila en estás últimas semanas. Ver que a nosotros se nos resiste lo que la gente consigue con más o menos facilidad me coloca en una situación donde la frustración y la envidia (de la mala, claro) me minan el ánimo. Así que una buena llorera es útil para echar fuera el cansancio que generan las esperas, analíticas, pastillazos y hormonas.
Después, una vez más tranquila, cuando me pongo a leer alguna de las cientos de historias de mujeres luchadoras que pululan por la red y que con tesón han conseguido ser mamás sorbo los mocos y me limpio el rimel haciéndome el firme próposito de no darme por vencida ni tirar la toalla en una buena temporada, o como se suele decir 'hasta que el cuerpo aguante'.
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